miércoles, 26 de junio de 2013

la única Grey que entra en mi casa... (II)



pues sí, me enteré por casualidad de que Sasha Grey estrenaba novela y me apetecía mucho leerla. ha sido un gran regalo de fin de invierno (porque a lo de estos últimos meses me cuesta llamarlo primavera) que me he leído en cuatro días, y eso teniendo en cuenta que han sido días de no parar. me lo hubiera leído en un par de sentadas. para precisar: en un par de baños. baños de bañera, aceite esencial y vapor. sí. en el hotel, por las noches, llenaba la bañera y leía a Sasha. se ha llevado unas cuantas gotas de recuerdo. no considero que unas gotas de agua accidentales en un libro lo estropeen. al contrario. que me apetezca leerlo mientras me doy un baño: eso significa que ese libro está alto en mi escala de placer literario. 

diría unas cuantas cosas acerca de este libro. quizá sin orden. y sin pretender jugar a ser crítica literaria. primero: no he leído mucha literatura erótica, sino más bien poca. o muy poca. creo que Anais Nïn lo hacía bien y la podría situar en un extremo de lo que conozco. en el otro extremo estarían las Cincuenta sombras. le tengo mucha manía a las Cincuenta sombras de Grey. mucha, mucha. me leí dos tomos antes de desistir. mira, creo que si mezclas la Cenicienta del siglo XXI y Pretty woman al revés (es decir, una chica formal a la que el príncipe azul salva emputeciéndola -¿o eso era Grease?) te sale la cursi de Anastasia. es decir, si Disney hiciera cuentos porno serían algo así. 

una productora de cine porno no tardó ni un suspiro en rodar una película porno de verdad basada en Cincuenta sombras, que la autora, editorial y todo quisqui con representantes legales no dudó en denunciar ¿por qué? porque la versión cinematográfica de Cincuenta sombras (libro supuestamente porno), debía ser según su autora, irónicamente, comercial y sin sexo explícito. y me da la risa. por entonces yo pensaba que sólo salvaría la dignidad de ese libro que la adaptación la protagonizara Sasha Grey y fuera algo así como porno comercial, un género casi a estrenar. casi, porque ya hay experimentos al respecto y de eso va Nine Songs, (si no sabes de qué peli te estoy hablando, aquí tienes un regalito) que es al hilo de las cosas, otro elemento que me cabrea: la hipocresía de permitir la violencia extrema en el cine y no el sexo. un pibe cortándose su propia pierna. joder, a mí eso me traumatizó. vale, igual soy de trauma fácil. pero destripamientos, torturas, vísceras, sangre, levantamiento de tapas de los sesos, balazos en primer plano, sangre, sangre, sangre artificial expertos en efectos especiales que recreen cuerpos masacrados. pero no sexo. sexo malo. sexo mal. la violencia puede ser explícita dentro de una trama. el sexo no. el sexo siempre implícito, siempre una sábana oportuna, siempre. 

claro, que entonces yo no sabía que Sasha escribiría su propio libro. 
en la escala antes mencionada, Sasha está sin duda más cerca de Anais Nïn que de Cincuenta sombras.
no voy a estropear la trama a quien se lo piense leer. pero creo que mejor que la trama son las reflexiones en cuanto al sexo y un personaje femenino fuerte. no una maldita princesita pasiva. la prota del libro piensa

la trama siempre está al servicio del personaje, siempre, excepto en el cine porno, dice la protagonista.

creo que ella, la de carne y hueso, consiguió algo así: que en el porno, la trama estuviera al servicio de Sasha. que eso la distinguía de las demás miles de chiquitas que hacen cine porno. ella tenía el control. no era actriz porno: estaba experimentando y el cine porno fue su laboratorio de sexualidad. decidió hacerlo porque se estaba conociendo a sí misma. sus parámetros. sus límites. 

pienso que sería la bomba una adaptación de La sociedad Juliette al cine. con Sasha de protagonista, con sexo de verdad. ¿eso ocurrirá? me gustaría verlo. 

hasta entonces me cuesta poco, muy poco, poquito, muy poquito, 
imaginarlo.